recuerdo caer en un sueño profundo, desnudo y con grilletes,
encadenado de labios y ojos, una red cuadrada que me mantenía muerto en vida...
Huérfano de lo social, casado con los pies descalzos y con la flecha apuntando al rebaño.
Caen bolsas de bondad del cielo, caen mientras son esquivadas, insignificantes alrededor,
inundan mí camino cuando las miro, mercenarios ciegos alrededor de nada...
Galopando a tumba abierta sin pedir ayuda, sin refugio en el vacio,
mis ojos son la silueta de mí muerte joven, dueño y señor de mis emociones,
lo único que he buscado siempre...
Mí sonrisa se camufla mientras sueño y la melodía acarícia mis tentaciones,
esto no es ningún espectáculo para compartir, chismorreos alrededor...
El rugir del grito salvaje acariciándo la gloria de ser inmanejable...
De nada sirve llorar ahora, mientras las carcajadas se asomaban alrededor.
La luna me guía y el sol me despide con su impenetrable luz sobre mis ojos encarcelados...
Dime por qué me abandonastes cuando era joven, ahora mí piel esta llena de cicatrices imborrables, mientras me refugio en las ventanas de mis ojos, buscando una salida,
donde poder compartir y aprender a ser yo mismo, sin rebaños que pisoten mis huellas
como algo vulgar, sin dar valor ni significado a algo que se pinta sobre ellos con signo de interrogación...
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